Ayuda vecinal cuando se abre la brecha digital

Desde el estallido de la pandemia la Asociación de Vecinos del Palo abre sus puertas una vez por semana para gestionar todo tipo de ayudas sociales y trámites burocráticos. La mayoría de quienes acuden son mujeres. Critican que la tramitación ‘online’ ha dejado a muchos fuera de juego

Desde el estallido de la pandemia la Asociación de Vecinos del Palo abre sus puertas una vez por semana para gestionar todo tipo de ayudas sociales y trámites burocráticos. La mayoría de quienes acuden son mujeres. Critican que la tramitación ‘online’ ha dejado a muchos fuera de juego

«¿Aqué correo electrónico me lo van a mandar si yo no tengo?», preguntaba el miércoles pasado una vecina del Palo que trataba de conseguir el Ingreso Mínimo Vital. El avance de la digitalización en España ha tenido cosas positivas, pero entre las clases más desfavorecidas también ha hecho estragos.

«Cuando la llegada del covid todo se pasó a ‘online’ pero claro, la gente no está preparada», resume Mercedes Pírez, presidenta de al Asociación de Vecinos del Palo. Desde hace tres años, todos los miércoles desde las 12 de la mañana hasta que pase el último vecino, la asociación ofrece gestionar todo tipo de ayudas y trámites, «porque en algunos sitios además los formularios son complejos».

La asociación se ha convertido así en una suerte de oficina de servicios sociales gestionada por voluntarios, con la presidenta al frente. Y los vecinos, en su gran mayoría mujeres, no dejan de pasar por la sede vecinal de la plaza del Niño de las Moras, porque la economía no da para más.

«Tengo una hija en Sevilla y las viviendas no son tan caras como aquí; en El Palo están carísimas, en todas te dicen que es alquiler vacacional o te piden 3.000 euros de fondo, ¿no hay un alquiler social?», se pregunta María -nombre ficticio-, que busca un alquiler para su hija, que ahora mismo cuenta que duerme en su trabajo y sus tres hijos están con su padre, del que su hija se separó, «y muchos días no los lleva al colegio porque se queda dormido».

Para este caso, Mercedes trata de conseguirle al menos la ayuda de 200 euros para la cesta de la compra, pero también la del Teléfono de la Esperanza para que la hija de María reciba asistencia psicológica.

Sede de la Asociación de Vecinos del Palo.

Sede de la Asociación de Vecinos del Palo. A.V.

«Todos necesitamos ayuda en un momento de nuestra vida, no pasa nada», le comenta Mercedes a Carmen -nombre ficticio-, una vecina del Palo que emplea parte de los 800 euros mensuales que gana en solucionar un serio problema dental de su hija. «Pero ahora soy yo la que me he dañado la boca y no puedo comer, se me están partiendo los dientes; los tengo pegados con pegamento del dentista porque si no, se caen», cuenta. Para este caso, la presidenta tratará de gestionarle el Ingreso Mínimo Vital.

plicado, técnicamente, es el caso de otra vecina, que no cobra ninguna ayuda social, pese a haberle sido concedida, «porque he cambiado de teléfono pues mi primo me echó de casa y me anuló la tarjeta». Mercedes Pírez le emplaza para una cita para hablar con calma porque no había pedido para el día y hay mucha cola.

«Esto está muy bien porque te escuchan y te hacen cosas porque yo, por internet, no me manejo», reconoce una vecina con un grado de discapacidad que «en cuanto empiezo a trabajar me tengo que dar de baja».

La presidenta vecinal se muestra muy crítica con este salto digital que ha abierto una importante brecha entre las personas con menos recursos. «Se han sacudido la molestia de atender y cuando pides cita en la administración o llamas nunca hay cita».

La brecha la ayudan a ‘saltar’, semana a semana, los vecinos voluntarios del Palo.

Fuente: Alfonso Vázquez. Opinión de Málaga