Y ¡qué viva el fúrbo! . . . y cuantas sinvergonzanadas se presten a ser sobreseidas, protegidas, comprendidas, perdonadas . . . en nombre de que “nuestros héroes en calzonas” sigan intocables, admirados por sus habilidades con los pies, porque de ellos solo se espera que sepan muy bien jugar al fútbol y metan más goles que los del equipo contrario y . . . ganemos todos una y un millón de veces . . . por goleada o por la mínima.
Y así por la exaltación de la victoria hacia la felicidad plena que todo lo comprenda.
Por eso se proclama que ¡todos somos Messi!, y que el no tenía por qué saber lo que había que pagar a Hacienda, aunque el resto hayamos liquidado hasta el último céntimo, porque aquel “lo vale” y los demás “lo cotizamos”.
Y la degeneración moral avanza como una metástasis imparable. Y se olvida, incluso antes de que prescriba, las golfadas de nuestros próceres volviendo a caer en la tentación injustificable de volver a ¿darles nuestra confianza electoral?, pues claro si el complejo de nuestra inferioridad manifiesta es insuperable y además siempre ha habido . . . “golfos que gobiernan” y desgraciados que obedezcan.
Y se justifica la deshonestidad del gran astro balompédico, como la de otros cuantos que . . . no sabían, desconocían, ellos no llevaban sus asuntos, . . . lo suyo es chutar a gol e introducir la pelotita al pie del travesaño o por la misma escuadra.
Componedores de nuestras propias carencias, proyectadas para ser solventadas en el dribling del gran malabarista del balón, a un millón “el pase al hueco, la finta inverosímil, el golazo imposible . . .” por la felicidad que nos impregnan como para que tengan salvoconducto para “robarnos” a mansalva.
Como para ponernos ahora exquisitos con el artista robón y trincón, que él desconocía la jugada, como otros tantos caraduras que han ido brotando en la geografía golfante de nuestra patria . . .¡saqueada!, con el pasemisí de tantos y tantos compatriotas que se han dado por “bien esquilmados” . . . por quienes tienen gracia, potestad y favor de llevárselo a paladas . . . mientras el personal de a pie ha de ir sorteando la miseria y la precariedad como en una carrera vertical hacia el fondo de la red, justo en el sumidero de la desesperación.
Y así va transcurriendo la intrahistoria en minúscula de un país que sufre decepción por la visita del gran chambelán del mundo, el míster Obama de turno, porque no se paseó por las calles de Sevilla que habían echado el resto para que el agasajo hubiera resultado mayestático. Mientras el plan Marshall de la pleitesía debida a los “amos del mundo” sigue su curso, con los pueblos engalanados de ilusión y papanatismo a partes iguales, con el tratado TTIP anclado en la necesidad de sobrevivir como sea incluso adorando el delito en nuestros héroes que corren que se las pela por meter el gol de . . . ¡la victoria! . . .porque todos soñamos con ser Messi!, ¿robando, jugando al fútbol . . .? Torre del Mar julio – 2.016