SOBRE LAS DIPUTACIONES . . .

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Recuerdo que los vecinos del pueblo de mi suegro, un villorrio de la Castilla vieja y tradicional, permanecieron cinco años sin agua corriente potable, por una avería o eso decían, y teniendo que ir todas las mañanas a la plaza del pueblo, a un camión cisterna, a llenar sus garrafas de agua potable.

                                         Sin rechistar pasaron los cinco años, hasta que el presidente de La Diputación encontró oportunidad y sentido para inaugurar la renovada llegada de agua corriente potable al pueblo, y recibió los parabienes y aplausos encendidos de los rústicos . . . agradecidos.

                                         Y uno se acordó entonces de aquello de “qué buen vasallo si hubiese buen señor”.

                                         Y en Las Diputaciones a pesar de toda veleidad, los caciques han encontrado acomodo, y los alcaldes más atrevidos eco a sus reclamaciones, según fidelidades y adhesiones, y lo mismo se han construido “aeropuertos para peatones” que “contrataciones de personal a dedo”.

                                         Dicen que contaba Joaquín Sabina, el cantautor insigne, recién nombrado flamante hijo predilecto de Andalucía, que cuando acompañaba a su padre en su agonía, éste acercándosele le preguntó: “Digo yo, que de dónde sacarán el dinero las Diputaciones”.

                                         Y es que hay misterios inescrutables, insondables al respecto y por lo que se refiere a Las Diputaciones, aunque se insista en su interés imprescindible para ¿atender al medio rural?.

                                         Y uno no puede dejar de retroceder a las imágenes costumbristas del “caciquismo vil y salvaje” del siglo XIX, y del ¿siglo XX, y del siglo XXI?, por mucho que se rasguen las vestiduras los paniaguados tribunos puestos en “cargos” de responsabilidad  política . . .per se, in sécula seculorum . . . hasta el agotamiento de los súbditos que seguirán viendo a sus golfos particulares gobernando o, en su defecto, negando la evidencia.

                                         Y de paso, hoy mismo, la infumable “exalcaldesa de provincias” señora Rita Barberá, parapetada tras su aforamiento, negándose a acudir a la citación de Las Corts valencianas, máxima institución del Reino de Valencia, en un alarde de desvergüenza y ausencia absoluta de ciudadanía cívica y ejemplar.

                                         Mientras Las Diputaciones y “sus estómagos agradecidos” razonando la utilidad de esas ¿benéficas? Diputaciones, pues por eso. . 

 

 

 

                             Torre del Mar     febrero – 2.016